ACORDE AL RITMO
Las luces de colores se prenden y apagan a intervalos regulares, al tiempo que un reflector
manda su haz lumínico en todas direcciones a velocidad de vértigo. Durante algunas fracciones de segundo intenta reinar la
obscuridad, pero de inmediato se troca por una iluminación roja, verde o azul, alternándose unas con otras. El movimiento,
entonces, aparenta ser discontinuo, desincronizado. La realidad se transforma, todo es del color que impera en una milésima
de segundo dada, no obstante, el cambio es continuo, un color de luz entra para ocupar el lugar de otro.
Al tener como marco de la realidad un sorprendente juego de colores, nuestros puntos de referencia para ubicarnos en
el mundo se transforman. La distancia y el tiempo se metamorfosean. Todo aquello que no sea aquí y ahora pierde sentido.
Simplemente existimos. Nos dejamos llevar por el ritmo o, mejor aún, lo inventamos. Los movimientos son rápidos, para
demostrar nuestra agilidad y pericia; sin embargo, lo que deseamos no es competir, tan sólo se busca hacer lo mejor posible.
Los pies apenas si tocan el suelo, realizan movimientos impensables, inefables, inescrutables; inventan secuencias,
rememoran posiciones, anticipan imágenes; van de adelante para atrás, derecha izquierda, arriba abajo. En cualquier momento
podremos salir volando.
Y tú, diáfana, perfecta, íntegra, acorde al ritmo de la música, bailas tan sólo para mí.
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