¿QUIÉN SOY?
Viéndome en el espejo, con flojera y tal vez un poco aburrido, pregunto:
¿Quién soy? A través del reflejo en el cristal, clavo la vista en mis propios ojos. Realizo el escrutinio con suma curiosidad;
intento adivinar o encontrar ahí la respuesta. Al verme pienso si soy quien observa la imagen o creyendo realmente ser yo,
no se trata sino del reflejo que es observado con curiosidad. Quizá no sea ninguno de los dos, tal vez mi verdadera personalidad
es la duda: ¿Soy un ser tangible o tan sólo una imagen que cree tener existencia propia?
Hago un esfuerzo por vislumbrar siquiera un indicio que me dé la respuesta: ¿Quién soy? Un libro no es lo mismo que
su autor, pero esa persona no puede entenderse sin el libro que escribió, porque este es parte integrante de aquél. Un libro
no es el autor, pero el autor sí es el libro. Los textos escritos muestran una fase del autor, pero éste muestra al libro
en su totalidad. A lo mejor es una versión evolucionada o completamente diferente, pero en el origen están sus textos, su
libro.
¿Quién soy? El reflejo de una sociedad. Orígenes campesinos que si alguien no se hubiera decidido a abandonar en busca
de nuevas perspectivas, sería yo quien estuviera precisado a hacerlo. Alguien que se sabe imposibilitado para realizar diversas
cosas, pero vive feliz con la esperanza de algún día lograrlas; que algunas veces es feliz a pesar de saber que la felicidad
es una tontera inventada por algún poeta; que cree es la soledad lo peor que existe, pero tiene miedo a la compañía; que es
el reflejo de una sociedad, pero con existencia e imagen propias. Corrijo: no soy reflejo de una sociedad, sino sólo de un
sector de ella. Reflejo distorsionado de un sector de una sociedad que se mueve donde no le corresponde.
¿Quién soy? El creador de mi creador; las manos que mueven los hilos que a mí, simple marioneta, me dan movimiento;
el opresor que me oprime; el encargado de abrir o cerrar las puertas de mi propio destino... Soy aquel que en broma dice todo
lo que siente en serio, para poderse burlar legítimamente de cuanto es importante, pero que a veces sufre por nimiedades.
A final de cuentas creo que tan sólo soy un intento por saber qué soy. Mi deber es buscar y dejar alguna pista. Si
un día se interesan, serán los amigos o los críticos quienes decidan y propaguen lo que soy. Por mi parte, y más allá de cualquier
definición, me dedicaré, tan sólo, a ser.